La estrategia de los actuales dirigentes del PP es la de exaltar las emociones de los ciudadanos aunque sea sacrificando la percepción de la realidad, tal como es, incluso creando una realidad imaginaria.

El recurso electoral que utiliza el PP para argumentar sus discursos es la mentira que además, instrumentaliza a través de la manipulación mediática.

Este tipo de conductas, está contaminando la salud democrática de nuestro país y si no se combate con una mayor pedagogía política provoca el descrédito de la política y de su clase dirigente. Ya hemos tenido algunos ejemplos del rechazo que produce en los ciudadanos, este comportamiento como pudimos ver hace poco, en una sesión del Senado.

Unos dirigentes políticos capaces de impulsar esta “ignominia” no pueden de ninguna manera, hacernos creer que van a construir una “derecha moderna, y democrática” que es al fin y al cabo lo que se espera, porque estas formas que utilizan están ensombreciendo sus propias convicciones y mostrando la verdadera cara que se esconde tras esa apariencia amable que es la que ha engañado a miles de españoles y españolas con sus mentiras y su falso victimismo.

El PP ha elegido un terreno para desarrollar su estilo de oposición basado en la provocación, en la exaltación popular, en utilizar la mentira como estrategia para deslegitimizar al Gobierno de Zapatero, y por su puesto, en no darnos ni una sola pista de cual es su programa político. No se les verá confrontando posiciones sobre cuestiones de economía o de estructura territorial, como tampoco de temas sociales.

Por todo ello, no podemos continuar aceptando como válido este juego de extorsión constante que practica el PP de la mano de sus máximos representantes, todos ellos desde distintos niveles y con el único objetivo de erosionar los pilares fundamentales de la convivencia política y de la esencia de la democracia que tanto nos ha costado conseguir.

Esta actitud exacerbada en la que se ha instalado la derecha española para concurrir en todas las convocatorias electorales, ofrece esa imagen de la derecha de siempre que tanto ha querido ocultar la nueva dirección del PP y les sitúa una vez más, en esa otra cara, la de Aznar y sus acólitos en la COPE, en el Mundo o en Telemadrid que en el fondo, nunca se fueron, siguen ahí dando instrucciones y compartiendo objetivos, sin que les importe demasiado a quien engañan, o lo que está en juego, sólo les mueve el interés partidista y económico. Por eso, los Acebes, Zaplanas, Aguirre o Rajoy todos son de la misma condición, no han encajado el duro golpe que el poder de la democracia les dio el 14M y contra todo pronóstico, han escogido la senda más peligrosa, la de continuar engañando a la ciudadanía desde la hipocresía y el cinismo.

Ahora la sociedad española tiene una nueva oportunidad de volver a resituar al PP en el lugar que le corresponde. Esperemos que en esta elecciones municipales el buen juicio y la razón silencien el ruido y el griterío al que nos tienen acostumbrados y los ciudadanos apuesten por la fuerza política que de verdad cree en el municipalismo y es capaz de abordar los nuevos retos sociales con soluciones reales.